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Noticias descubrió clínicas clandestinas en varias zonas de Caracas, en
las que inyectan biopolímeros, a pesar de la prohibición del Ministerio
de Salud
Airam Fernández
uci@cadena-capriles.com
fuente:http://www.ultimasnoticias.com.ve/especialdebiopolimeros--1-.aspx
En pleno bulevar de Catia, frente a la Jefatura Civil de Pérez Bonalde, en el edificio Metropol, Arnoldo se gana la vida con un trabajo ilegal. Para encontrarlo, hay que atravesar un oscuro pasillo, subir tres pisos por unas deterioradas escaleras, hasta llegar a la reja blanca que esconde una suerte de consultorio llamado Metamorfosis.
Allí practica una actividad que el Ministerio de Salud prohibió el 5 de diciembre de 2012, en gaceta oficial nº 40.065: inyecta biopolímeros en los glúteos de las mujeres que están inconformes con sus medidas.
Ese jueves 20 de junio, a las 10 am, no hay ninguna paciente en la consulta. Solo está Arnoldo y una mujer que da la bienvenida y que aparenta ser su secretaria.
Sentado en una camilla negra y manchada de pegotes transparentes, la misma en la que acuesta a sus pacientes, Arnoldo se seca el sudor con las manos, mientras afirma que en su historial no hay complicaciones severas. "Yo sé mi técnica. Les dejo esos pompis perfectos. Incluso algunas vienen para una segunda sesión, a ponerse un poquito más. Todas se van contentas".
Pero Leyda, una antigua paciente de Arnoldo, morena, alta, con una cabellera oscura y muy lisa, senos voluptuosos y piernas perfectamente trabajadas en un gimnasio, ahora no está nada contenta: "¡Ese tipo me desgració la vida!".
Le pagó Bs 4 mil por 500 cc de inyecciones de biopolímeros. Dos años después, sufre. Habla de pie, porque el banco de cemento que tiene a disposición le provoca dolores. A veces ese dolor es mucho. Se excusa.
Después de que la inyectaron, Leyda pasó tres días supurando la sustancia por los poros de la piel de sus glúteos, "botaba grasa como un cochino", se atreve a decir. Pero Arnoldo le dijo que eso era normal. Al año empezó a sentir dolores leves en las caderas y en las piernas. Y al año siguiente, un dolor punzante en la nalga izquierda la alertó. Se pasó la mano, para intentar aplacarlo, hasta que sintió como si una bola de beisbol se le movía por dentro. La recomendación de Arnoldo fue tomar antiinflamatorios e inyectarse esteroides. Después, si quería, podía volver para ponerse "otro poquito" de biopolímeros. Ella prefirió ir a una consulta con un cirujano plástico, pero era tarde. La sustancia se le había encapsulado y le había provocado una infección.
Desde el año pasado, Leyda está en tratamiento y en observación. La inflamación va y viene, los dolores en las piernas son constantes. A veces parece quedarse sin aire e incluso siente como si un líquido le corriera por los pulmones. No puede usar tacones, ni exponerse al sol. Tampoco estar mucho rato de pie. Se arrepiente de eso que Arnoldo le hizo. No puede creer que todavía lo siga haciendo con otras mujeres.
Últimas Noticias descubrió cinco clínicas clandestinas que inyectan biopolímeros y otras sustancias de relleno como el ácido hialurónico. Todas prohibidas por el Min-Salud, tras recibir al menos 400 denuncias de casos por complicaciones por material encapsulado, reacciones inflamatorias y migración a las vías respiratorias. Solo una de ellas cuelga en su pared el aviso reglamentario de la prohibición de este tipo de sustancias. Están en El Valle, Catia, la avenida Libertador, Montalbán y en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco (CCCT), en Caracas.
Siguen un modus operandi similar. Ninguno de los que aplica el tratamiento es médico especialista. Todos piden discreción. Inyectan solos, sin enfermeros, ni asistentes.
De todos los lugares, el más grande tiene 12 metros cuadrados. Funcionan detrás de una fachada: peluquerías, laboratorios o consultorios médicos. No están en los clasificados, mucho menos en directorios médicos. Se publicitan de boca en boca y la manera de contactarlos es vía telefónica, con los números que brindan los pacientes. Así se hizo para este trabajo.
Las consultas no pasan de los 20 minutos. Son con previa cita y cuidan que ningún paciente coincida con otro. Por el tratamiento cobran desde Bs 5.000 hasta Bs. 40.000.
Depende de la cantidad que se va a inyectar y el lugar.
En tres minutos explican qué usan y cómo lo aplican: solo uno dijo trabajar con biopolímeros; el resto, con ácido hialurónico, aunque los médicos cirujanos consultados para esta investigación aseguran que es un engaño, pues este ácido es muy caro: 1 cc puede costar Bs. 2.500.
En tres minutos explican qué usan y cómo lo aplican: solo uno dijo trabajar con biopolímeros; el resto, con ácido hialurónico, aunque los médicos cirujanos consultados para esta investigación aseguran que es un engaño, pues este ácido es muy caro: 1 cc puede costar Bs. 2.500.
La revisión es impelable. Hay que voltearse, bajarse los pantalones y, en algunos casos acostarse en la camilla, boca abajo, para que el esteticista pueda ver, palpar, calcular, y hacerse una idea de la cantidad de relleno a inyectar. "¡Estás urgida!", soltó uno mientras evaluaba.
El producto lo traen de España, Colombia o Francia. Y por seguridad, los envases no pueden permanecer en el lugar, hasta que la paciente decida si se va a hacer el tratamiento o no.
Solo dos de las clínicas clandestinas visitadas cobra la primera consulta: una en Bs. 350 y otra en Bs. 450. Al final, entregan un papel sin sellos en el que anotan costos y otros requerimientos: antibióticos, analgésicos, faja.
Cifras oficiales indican que en 2012 fallecieron seis mujeres en Venezuela, por complicaciones con biopolímeros. A pesar de eso, todavía hay clientas dispuestas a aumentar de talla con este método.
ÚN conversó con una chica de 24 años, interesada en inyectarse. Sabe cuáles son los riesgos pero "no me importa", dice. Tampoco le presta demasiada atención al caso de Leyda, que se ha repetido en las páginas de los periódicos del país. Solo toma como referencia a sus amigas porque no padecen consecuencias. Aún. De decidirse, lo hará a escondidas de su hermana, quien también se inyectó hace tres años, cuando todavía no estaba prohibido. Ella no presenta ningún síntoma hasta los momentos, pero debe ir a consulta con el cirujano cada seis meses, por chequeos preventivos.
NOTA: los nombres en este trabajo fueron cambiados, porque los involucrados no sabían que hablaban con una periodista. El periódico se guarda las identidades
El arquitecto de los cuerpos de la Libertador
Un "especialista" de El Valle se ufana de moldear -con sustancias
prohibidas- glúteos y piernas de la variopinta avenida caraqueña
El espacio de 15 metros cuadrados aproximadamente está dividido en dos: una sala que hace de peluquería y un diminuto cuarto con camilla,
separado por una puerta corrediza. Huele a incienso de vainilla. Se
escucha en la radio la voz de un locutor, pero el "especialista" le baja
el volumen. Es martes, 4 de junio.
Hay una silla negra posada frente a un espejo y acompañada por un cepillo y un secador. Al lado, uno de esos gatos chinos de la fortuna, de color dorado, de esos que mueven la pata de adelante hacia atrás, como un péndulo. En una de las paredes hay un gran afiche blanco en el que se lee: "Se prohíbe el uso y aplicación de sustancias de relleno (biopolímeros, polímeros y otros afines) en tratamientos con fines estéticos". Un formalismo.
El "quirófano" tiene una camilla forrada de tela azul, una silla blanca de plástico, una repisa de madera vacía y una mesa con inyectadoras y unos potes de vidrio vacíos
.
El "especialista" hace una breve introducción. A sus 30 años, ya tiene 12 en el negocio. Dice que hizo varios cursos y que le gusta mucho su trabajo. También cuenta que le gusta maquillarse y maquillar, cantar y bailar. Es su hobbie. De noche, se viste de mujer y ofrece shows en algunos bares de Caracas.
El "especialista" hace una breve introducción. A sus 30 años, ya tiene 12 en el negocio. Dice que hizo varios cursos y que le gusta mucho su trabajo. También cuenta que le gusta maquillarse y maquillar, cantar y bailar. Es su hobbie. De noche, se viste de mujer y ofrece shows en algunos bares de Caracas.
"Si me preguntas por mi experiencia, puedes darte un paseo por la Libertador en la noche para que veas. Todos esos pompis y piernas son obra mía". Lo dice mientras se levanta y señala sus pómulos y glúteos, inyectados por él mismo.
Asegura que los casos de muertes por biopolímeros que ha publicado la prensa, son por mala praxis. "Pero bueno, yo ya no inyecto eso, lo que pongo es algo que se llama metraquilato". Se refiere al polimetil metacrilato, un producto químico utilizado en la industria del automóvil y en el sector construcción, y que ahora es aprovechado con fines estéticos, porque es un plástico de fácil moldeo. Fue el que le inyectaron a la cantante Alejandra Guzmán, y que la puso a padecer complicaciones y operaciones durante tres años.
Después de examinar a la paciente -con los pantalones abajo- hace una serie de recomendaciones y dice que lo obligatorio es empezar a tomar antibióticos. Cobra Bs 5.000 por una única dósis de 500 cc del material que le traen de España. "Yo no hago retoques. Así es que se desfigura la gente".
En Catia inyectan y sellan con
pega y teipe
Tiene
11 años de experiencia y le gusta que le digan "doctor"
En
pleno bulevar de Catia, la reja blanca está cerrada, pero una mujer
cercana a los 50 años con lentes de contacto verdes y pollina postiza se asoma
por las rendijas y atiende: "¿Sí, a la orden?"
-Buenas,
¿aquí es que ponen las inyecciones de los pompis?
-Eso
está prohibido, ¿sabía? Pero espérese un momentico, que ya la va a
atender el doctor.
Abre
la puerta. Arnoldo es el "doctor". Habla por teléfono, sentado frente
a su escritorio. Las paredes están adornadas por cuadros de mujeres con cuerpos
esculturales. El sitio no mide más de ocho metros cuadrados, tiene un cuarto
con una camilla y una silla como las que usan para extraer sangre. La sala
de laboratorio es la fachada. Al lado hay otra habitación. Y antes de seguir
detallando, Arnoldo tranca.
-Mucho
gusto, ¿qué me la trae por aquí?
-Me
contaron que usted pone las inyecciones en el pompis...
-¿Quién
la refirió? -interrumpe.
-Una
vieja paciente suya.
-Mire,
sígame por aquí que yo le explico todo.
Hay
que caminar por un pasillo corto, pasar frente a un baño con la puerta abierta
-que no huele precisamente a desinfectante floral- para llegar al tercer
cuartico, al verdadero consultorio. Una camilla de semicuero negro, una silla
de madera, un equipo de sonido con grandes cornetas polvorientas en las que suena
Traffic Center y un escritorio en el que reposan una caja de
"quemaditos", frascos vacíos e inyectadoras sueltas.
Arnoldo
no es médico; "pero me gusta que me digan doctor", porque ha hecho "algunos
cursos". Se sienta en la camilla y antes de hablar de precios, intenta ser
claro: "Lo que yo inyecto son biopolímeros, y como ya sabrás, esto es
peligroso. El líquido te puede migrar a cualquier parte del cuerpo; puedes
sentir dolores. No puedes llevar sol en la playa porque las nalgas se te van
a manchar; no puedes hacer ejercicios que toquen la parte de los glúteos;
pero lo más común es que te dé alguna infección, aunque eso no es mal de
morirse porque con antibióticos e inyecciones de esteroides eso se quita
rápido".
Después
explica el procedimiento. Dibuja nalgas en el aire, hace unas seis pequeñas
marcas en cada glúteo imaginario para ilustrar por dónde pinchará. Cuenta
que luego coloca la anestesia local "al 1%", pasa un yelco calibre 14
y empieza a inyectar el biopolímero, que viene en un pote plástico similar
al de suero. Se tarda más o menos 45 minutos, y cuando está todo distribuido
viene el último paso: sellar cada punto con un poco de pega de uñas y encima
un teipe.
Sigue
en la evaluación. Hay que bajarse los pantalones, acostarse en la camilla y
dejar que Arnoldo determine la cantidad de relleno. "Tú vas bien con
1.000 cc. Te pongo 500 cc primero, luego esperamos un mes para ponerte el
resto si tú quieres. Por eso te cobraría Bs 15 mil. Si con la primera dosis te
sientes cómoda, pues te quedas así. Si quieres más, te hago un precio
especial y me pagas solo Bs 5 mil adicionales. En total serían Bs 20
mil".
Ese
jueves 20 de junio, Arnoldo se queda esperando una llamada con una confirmación
para darle play al proceso y encargar el material. Aclara que, según sus
proveedores, lo traen de España y lo envasan en Venezuela. Antes de
despedirse, hace una advertencia: "Esto en grado 33,
¿estamos?".
El precio depende del tamaño
Una
página web que promociona "novedosos" procesos antienvejecimiento
UCI.-
Romero atiende el
teléfono y lo primero que pregunta es el nombre del paciente, si alguien la
refirió o si el teléfono fue tomado de su página web (www.actiweb.es/medantienvejecimiento),
en la que -además de sus tratamientos- promociona talleres de medicina
estética.
La
especialista explica que su trabajo consiste en la aplicación de medicina
antienvejecimiento.
Ofrece dos maneras: un procedimiento "novedoso", llamado plasma rico
en plaquetas. La promesa: detiene el paso de los años en el rostro y reduce
líneas de expresión. La otra es la aplicación de relleno con ácido
hialurónico en el rostro, manos o donde el cliente prefiera.
"¿Se puede aplicar el mismo producto en los glúteos?". Ella enmudece. Lo piensa por unos segundos. "Oye, nunca lo he hecho, sería cuestión de que vinieras a la consulta. Tengo que ver tu tamaño y la cantidad que te voy a aplicar. Depende de eso y de la viscosidad del producto". La consulta cuesta Bs 450. Solo atiende pacientes por previa cita. El costo del tratamiento no lo puede calcular aún, pero dice que es "costoso" por ser en glúteos.
"¿Se puede aplicar el mismo producto en los glúteos?". Ella enmudece. Lo piensa por unos segundos. "Oye, nunca lo he hecho, sería cuestión de que vinieras a la consulta. Tengo que ver tu tamaño y la cantidad que te voy a aplicar. Depende de eso y de la viscosidad del producto". La consulta cuesta Bs 450. Solo atiende pacientes por previa cita. El costo del tratamiento no lo puede calcular aún, pero dice que es "costoso" por ser en glúteos.
Al
día siguiente, martes 4 de junio en la mañana, ÚN visitó el consultorio, en el piso 1 del
edificio Araguaney, ubicado en la avenida Libertador y a la altura de Sabana
Grande. Sin haber programado una cita, toca y toca el timbre. Nadie abrió la
puerta.
En el Ccct los ponen bien
caros
Solo
a gente de confianza
La
esteticista desistió después de cinco días (Créditos: ArchivoCC)
Airam
Fernández.- En un consultorio odontológico del Centro Comercial Ciudad
Tamanaco (Ccct), en el nivel C1, cerca del Centro Joyero, se esconde un
centro estético. En uno de los últimos pasillos, al lado de las oficinas de
Beco, el lugar es atendido por una joven secretaria con bata de odontólogo.
Tiene
aire acondicionado, unos cómodos muebles en la sala de espera, una mesa con
revistas y al menos dos puertas visibles desde la entrada. Impecable.
En
la tarde del miércoles 19 de junio, la secretaria explica que la esteticista
que aplica el ácido hialurónico no está porque solo atiende en las mañanas.
"Tienes que llamarla y agendar una cita con ella", sugiere, y anota
el teléfono en un papel.
Pero
la esteticista no contesta las llamadas. Por eso, al día siguiente hay que
volver. Esta vez tampoco está. Son las 10 am. Atiende otra mujer, quien
también hace tratamientos estéticos.
-¿Qué
es lo que necesitas?
-Información
sobre las inyecciones de ácido hialurónico.
-¿En
la cara?
-No,
en el pompis.
-¡Nooo,
olvídalo! Yo con eso no me meto. Tienes que esperar a que llegue la encargada.
Cinco días después, la
esteticista finalmente atiende el teléfono. Sin vacilar, dice que no puede aplicarle ese
tratamiento a un paciente desconocido, que no sea de confianza ("porque
eso está prohibido, tú sabes"). Lo que sí responde es el costo: Bs
40 mil porque se trata de ácido hialurónico; "y ese
producto
es sumamente costoso. Si fuese otro material de relleno, te podría cobrar Bs
6 mil. Pero no, no, mejor no".
"Clínica" pillada por un
viejo anuncio web
Un
anuncio de 2009 delató el lugar
Airam
Fernández.- En el Centro Comercial Caracas, en Montalbán, hay un
consultorio en el que una joven esteticista inyecta ácido hialurónico (importado
de Francia) en glúteos y rostro.
Su
teléfono aparece en un anuncio publicado en 2009 en la página web www.potoco
.com.ve. Cuatro años después, la esteticista contesta el celular y ofrece
el trabajo. Cobra Bs 6.500 por la aplicación de 500 cc en cada glúteo.
Únicamente los lunes se citan a las pacientes que quieren agrandarse el pompis. Pero ese día, como era feriado, la cita se corrió para el martes 25 de junio, 1 pm. Fue una excepción.
Únicamente los lunes se citan a las pacientes que quieren agrandarse el pompis. Pero ese día, como era feriado, la cita se corrió para el martes 25 de junio, 1 pm. Fue una excepción.
El
resto de la semana, la esteticista se dedica a otros tratamientos. Como en el momento no tiene las
llaves de su local, decide cambiar el punto de encuentro a su sitio habitual de
trabajo, en una peluquería cercana, detrás del Centro Comercial La Villa. Por
la consulta hay que pagar Bs 350.
Explica, examina, detalla los glúteos, todo en un cuartico de un metro de ancho por 1,60 m de largo. Hay una camilla, una mesa pequeña con frascos, lociones, algodones e inyectadoras. ¿Y colgado en la pared? Su título de esteticista corporal del Instituto Técnico Luisa Cáceres de Arismendi. "Yo sé que esto está prohibido, pero fue en esto en lo que me gradué, ¿en qué otra cosa voy a trabajar?", pregunta en voz alta.
Al
final de la consulta de 15 minutos, sugiere traer un perfil 20 el día de la
aplicación del tratamiento. "Si
tienes la tensión alta o baja, no te puedo inyectar. Tampoco te voy a poner
la cantidad que tú quieras, sino lo que considero que es apropiado para tu
contextura
Luisa Ortega Díaz: "Tenemos
una campaña permanente contra los biopolímeros"
La
Fiscal General de la República responde cuatro preguntas sobre el tema,
en entrevista con ÚN
Roberto
Malaver.- Últimas Noticias
habló con la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, sobre los
biopolímeros. A continuación la entrevista completa.
Están
proliferando por allí clínicas de biopolímeros. ¿Qué acción está tomando la
Fiscalía en torno a eso?
Nosotros
tenemos una campaña preventiva no solo por el twitter @lortegadiaz, sino
a través de la página web del Ministerio Público, los medios de comunicación,
una campaña permanente, en torno a que la mujer adopte medidas en el caso de
que se vaya a hacer una operación, una liposucción, una rinoplastia, primero
que el lugar donde se la vaya a hacer reúna unas condiciones de salubridad
necesarias, que el médico que le vaya a hacer la operación sea especialista,
que no sea un traumatólogo, tiene que ser un cirujano. Tenemos talleres que
llevamos a las distintas comunidades, a los liceos, especialmente, a las
universidades donde explicamos esto.
Pero
¿no hay hecho punible en esos casos?
Ahora
no tengo el número de la cantidad de mujeres que han fallecido por la inyección
de biopolímeros y por la realización de cirugías estéticas en lugares donde no
hay ni siquiera los cuidados mínimos, es decir, no hay ni siquiera un equipo de
oxígeno.
Y
¿cuál es la acción de la Fiscalía?
Si
ocurre la muerte, nosotros pedimos la privativa de libertad. Hay un elemento
que yo, como fiscal general, se lo he dicho a los fiscales y ellos han
insistido en el tema, que es solicitar que se le revoque la licencia al médico.
Este es un tema que hay que afinar también con los jueces, y tiene que ser
abordado como una política de Estado, y vamos a insistir en este tema, porque
yo creo que a los médicos hay que suspenderles la licencia.
Eso
no garantiza que las mujeres van a dejar de inyectarse biopolímeros.
No,
seguro que van a insistir con otros médicos, pero
yo
creo que es un tema de conciencia, sembrar conciencia en las mujeres. Por
ejemplo, las jóvenes que se están graduando de bachiller les piden a sus
padres, como premio, una cirugía. Es un problema del Estado.
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